luz y temperatura

Al igual que muchas otras plantas de interior, la Amoena no es muy amiga del sol directo. Por eso es importante mantenerla alejada de sus rayos. ¡Lo último que queremos es tener plantas con las hojas quemadas! De todas maneras, debería estar ubicada en una zona donde, al menos, le toque un poquito el sol. Y si este espacio es calentito, no te pedirá mucho más. ¡Suelen ser los más felices aquellos que saben vivir con poco!

riego, abonado y trasplante

Uno de los puntos claves para que el riego sea un éxito es que la maceta drene correctamente, para que no se encharque el agua. Mientras se mantenga el sustrato húmedo, regándola cada ocho días (cada cuatro en los meses cálidos), no tendrá ningún tipo de problema para crecer en todo su esplendor. Aun así, viendo la frecuencia de riego que necesitan, hay que asegurarse que la maceta drene bien, si no parecerá más una piscina que una Amoena. Recomiendo aprovechar la primavera para abonarla, así se apreciará claramente su crecimiento. Por lo que al trasplante respecta, no tiene un tiempo determinado. Simplemente, cuando la planta ya no quepa en la maceta será el momento de pasarla a una más grande, aprovechando para cambiar el sustrato.

enfermedades y plagas

Si los bordes de sus hojas se vuelve de un color amarillo, probablemente sea porque la Amoena tiene Colletotrichum y Leptosphaeri. Aunque suena muy grave (debo admitir que son los hongos con mayor virulencia) son las enfermedades más comunes para este tipo de planta (uf, qué respiro). Y como no, el mejor remedio es la prevención. Para evitar cualquier problema, será suficiente con tener la planta en el sitio idóneo, es decir, con luz y temperatura adecuada, y lejos de corrientes de aire. Ya lo decía mi abuelita: ¡vale más prevenir que curar!

Anotaciones de Jordi

Según la cultura popular, esta planta evita los maleficios que deberían llegar a la persona que tiene la planta. Pero no solo absorbe las malas energías, sino que aleja la envidia, ayuda a resolver problemas y mantiene a raya el mal de ojo. ¡Como un amuleto de la suerte! De todas maneras, quienes no la consideraban un amuleto de la suerte eran los esclavos, ya que antiguamente se usaba el jugo venenoso de su interior para dejarlos mudos durante unos días. ¡Qué terrible, con lo bonita que parecía al principio! Aún recuerdo el día en que una mariposa azul se puso en una de sus hojas. Al mirarla, y con los colores que tenía, me recordó a la bandera de Brasil, así que desde ese momento la llamo así.